Elegía fraterna

Tengo una angustia, hermano.
Hay un dolor en el pecho;
a quedar, se empieza a quedar,
se ensaña con mis horas.

Y se me está pudriendo
la esperanza, única.
Hermano: se me agranda
y se me achica el alma.

Los días pasan huyendo, que pegan un grito y
corren que corren que no los alcanzo; que no me alcanzan
los días, no me alcanza la vida.

Que manera de darme,
de darme pena, digo.
Para asustarte, hermano,
no es que te escribo, hermano.

Sólo quiero que se vaya, se disuelva y sea nada; que sea yo
como si nunca, nunca, nunca, hubiera tenido
el dolor, la angustia, ni las ganas de escribir.

Que se entienda lo obvio

No pretendemos mover las montañas, no.
Que se entienda:
las montañas no se mueven.

Que se entienda lo obvio:
lo que es, no siempre fue.
Y ya dejará de ser: no llores, querida, no