Somos como sangre derramada.
Me gusta ese verso. Aunque
por más esfuerzo, no tiene
sentido; ni lo intentes.
Es la ignominia del color.
La vi en el diccionario. Aunque
descubrí una palabra maravillosa
no me sirvió en este poema.
Y sí. Este es un día perfecto, de gris
pero sin
lluvia,
ofuscado por melancólico.
Con todas las ganas de escribirlo:
de que sea,
en un poema de tres versos,
perfectible, verosímil;
bello y contundente.
Con todas las ganas, todas,
todas, quedan en nada.
Es de esos días
ya bien conocidos, doscientas veces siete
vividos.
Es un día para dedicarlo
a los otros, a lo ya escribido.
Es para leer medio libro o
escuchar una película de fondo.
Es un día con ganas de decir y no
poder:
valiente en sus
maneras;
inútil en
sus letras.
Para mí perdido para ustedes
y mañana perdido entre
algunos papeles.
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