Alguna vez pasó

Muy pocas veces soñé
y al despertar recordé.
Muy pocas, tan pocas.

Muchas veces soñé con vos.
En sueños varias veces corría,
corría y corría, pero no me movía.
Había alguna que otra pesadilla,
pero no me las creía.
En casi todas caía y caía.
Morí en cuatro de esas noches.
Otras tantas, no se cuantas,
eras vos, pero yo no lo sabía.

Que desperdicio, recordar tan poco.
Que extraño soñarte
y al despertar no buscarte.

(Ni siquiera)

No te abandoné
(ni siquiera te engañé).
O pude haberme escapado, o hacer
lo que hize siempre.

Supe varias cosas y tengo ese rasguño
de olvidarme cuanto debo
(y acordarme después, más luego).

Si me inspiraras
(otra cosa),
diría tantas
tan distintas.

Pero no me surge nada;
no se bien si es culpa mía.
Aunque a reprocharte, no me animo
(a lastimarte).

Que me deje seis
(sería demasiado)
o dos versos es todo lo que pido, al amor
que yo no tengo pero tuve
(en cines y ficciones).

Semi-soneto del Barco y la Soledad

Era barco, ahora no:
como llegó, se quedará.
Es una pila de recuerdos:
tan bello montón de nadas.

Así te veo, soledad:
te reconozco por lo que tenía;
es el contraste,
soledad es, si tenía.

Si estabas, y estabamos
y no; entonces soledad.
Pero cuanta belleza es.

Es recuerdo, es viajar,
dejó de ser barco, quedará.
Bella, por lo que tenía.

Pedro Ladrador, segunda parte

Ladrando. Cantando.
Así quiero escribir la última hoja de
esta histeria.

Calcinado. Festejado.
Que me lleven con los mártires y en un
carnaval, redimido.

Amar. Ladrar.
Ni hizo este mamífero mucho más que
otro alguno.

Pedro. Ladrador.
Así es que terminó, como siempre fue.
Ni más, ni tanto.

Mitad un Perro.
Mitad un Cerdo.
Fin.


.

Experimento

- Querido dime, si puedes...
- No me gusta un poco, cuando usas esas tono,
  ¿Que sucede, Marga, que hablas de ese modo?

- Quiero saber cuanto me quieres...
- Ah! Me gustaría decirlo, poder decirlo todo,
  pero hoy estoy en rima, y no me quepe en este verso.

- Te odio, me entristeces.
- No me culpes, por favor amor, que no soy yo.
  Todo esto es, por ese maldito escribidor.

- Te odio


.

La historia de mi torpeza

I,
Es mi historia toda,
la de mi torpeza toda;
de mis noches todas, todas.
De beber, creo que en todas.

II,
Torpeza,
cuando yo dije: "hermosa toda"
tendría que haber dicho: "nada adiós nada"

Sabelo:
fue una palabra, o ni siquiera.
Ni de las que duelen, ni espantan.
Fue menos, fue nada, nada de nada.

Vergüenza,
de recordar y recordarme diciendo.
No exista ese recuerdo, no me persiga.

III,
No se para qué lo estoy escribiendo.


.

El dolor de la verdad: título provisorio

I,
Es un enemigo,
es un cobarde, traidor.
Un doblado,
un mohoso, atenuador.
Es un mentiroso.

Es un mentiroso,
de un azul descolorido,
de verde verdoso.

Es un mentiroso.
Es uno, y es doloroso.

II,
Es que mentimos,
es que evitamos, sabemos,
el dolor que vendrá, que será.
Es que somos
amables, cobardes, sensibles,
es que mentimos.

III,
Es que mentimos
al enemigo
mentiroso mentimos.


.

Ubo, claro que ai

I,
Cuando canto,
cuando sopla la locura.

La piel fría, señal,
se abren los poros en canal.

Y me brotan,
claro que brotan;
las ganas.
Las ganas.

Dedos, uñas;
ambiguas.
Rima que obliga.

Hay, claro que hay
con formas.
Y gritan, claro que gritan.

II,
En vano aguzo
el oído y me asomo
al dintel temerario
con pasos días
y llantos sin dueñas
y con ganas
buscando
y buscar
un sueño despierto
un ayer en recuerdo
sin pesadilla.

III,
De todas maneras,
supongo que exagero.
De todas maneras
hay, claro que hubo.


.

Pedro Ladrador

Ladrando didascalias,
cantando desgracias
y miserias,

Con los ojos todos,
llenos
casi de alegría.


.

Llegan a sus fines

Los poemas con ganas de decir
(pero no pudiendo),
están llegando a su fin.

Ojalá nuevas etapas lleguen
a sus fines,
y ojalá las peores lleguen a su fin.

Que tengan lo que pidieron,
y que hayan pedido bien...
que hayan pedido me basta.

Hablo de deseos, poco tal vez.
Pero pocos nos rondan.
Pocos de verdad.

En realidad:
Hace tiempo ya que descubrí que hay menos deseos que personas,
y menos que menos.
Es tan poco desear, pero ya nadie cree, ni en escaleras ni en gatos negros,
ni en lo que desean.

Por eso se acaban estos, y empiezan nuevos,
diciendo lo mismo, pero de otro modo.
Que parecido no es lo mismo me dijeron.

Que la forma es bastante, y el contenido es el mismo.
Con los fines, los mismos; los poemas serán otros.

Niños

niños
no me guarden
no me teman
no sean inocentes
tampoco

niños
adolescentes casi
no me teman
no me hieran
así

no jueguen
no provoquen
no rimen

no me teman
tampoco

no nos hagan gritar
ni nos hagan dudar
ni nosotros sabemos
si está tan mal
si está tan mal

niños
jueguen
provoquen
sí.

Mefistófeles

No se olviden de mí:
soy risueño y verborrágico;
tengo calambres, y
no se si alma.

Caído y condenado,
me han quitado la paciencia.

Con mi mano, mi pezuña,
acomodando reuniones,
invasiones; con mi voluntad;
pero se olvidaron de mí.

Fastuoso y furtivo,
me han robado mi Fausto.

Sangre, fuego y rosa,
siempre confundido con el mal,
siempre amigo del cambiar.

¿Diablo yo?
¿Para qué si no lo entienden?

Voy con la máxima pureza,
la del caos permanente,
de la locura.

Y la utopía:
no se olviden de mí.

Tengo

"Tengo que ya tengo
donde trabajar
y ganar
lo que me tengo que comer.
Tengo, vamos a ver,
tengo lo que tenía que tener."
-Nicolás Guillén (1964:
5 años después de 1959)

Tengo un pantalón gastado
y una campera abrigada.

Tengo ganas de correr
y un tobillo roto traidor.

Noventa años de vida tengo
aunque menos de siete llevo yo.

Miles de amigos tengo;
a casi todos enterré.

Llevo cigarrillos en un bolsillo
y dos revólveres en el otro:
Tengo la fortuna de una voz rasposa.

De mil decepciones conseguí
una esperanza infinita:
Tengo todo lo que quiero.

Me falta una Revolución.

La vida es un pedazo de la muerte

Dos cejas se arquean
hacia adentro.
Pupilas que se mueven
hacia abajo, hacia un lado,
hacia abajo; buscando.
Los párpados se estiran,
se estiran.
Las pestañas se enredan,
se desatan.
Boca que se abre y
traga aire.
Los pómulos incómodos,
los pómulos se acomodan.
El labio, inferior
se esconde entre los dientes,
los de arriba.

Completo el gesto: estoy pensando
en
que
la vida es un pedazo de la muerte.

Doblo en la esquina, sigo dos cuadras.
Compro cigarrillos, pago con cinco.
Prendo el primero, doy dos pitadas.
Venía pensando
en
ya
no me acuerdo.

La pena del incrédulo

No voy a poder escribir
porque se siente un asco inmenso
que viene de ayer, y de antes.

Con un dolor en el vientre
porque vómitos de madrugada;
unos ineludibles, y de los otros.

Las mandíbulas tensas y gastadas
porque rechinar de asco y culpa
durante una velada exquisita.

Así y todo no voy a poder
porque el talco es más blanco
que la nieve y la luna,
cuando despreciar la noche y el frío.

Así
y
nada, cocaína
me apena ser
tan
iluso.

Un dia más

"Es la salida de la sangre
Es la salida."
-Raúl González Tuñón

un vagón cargado de penurias
llegó a la orilla
llegó a la orilla

un bozal sufriendo por los no
se llama culpa
se llama culpa

una fuerza licuando esperanzas
la paranoia
la paranoia

una bala que me vuela seso y dientes
es la salida

Once

El que no sabe de nombres
sólo de números.
Precios, descuentos, por menor, por mayor.
De día y de noche...

De día inefable,
el palacio de la reventa, del vivir vendiendo lo vendido:
mecaderes, telas, y el dinero que reparten,
mal reparten.
Y siempre un amigo o dos, que viven por ahí.

Nadie sabe si es un barrio, un mercado,
o un lugar en el medio de algo.

El Once. A donde nunca queremos ir,
pero tiene que existir..
Que precios, que variedad. Eso sí, mala calidad.
"Seguro que al lado más barato" pero ya me quiero ir.

El Once, con número por nombre,
sólo sabe de números.
una estación, una plaza con tumba,
cien mil colectivos, tres subtes,
ciento noventa y cuatro pibes muertos,
una desidia.

¡Qué variedad! A donde nunca queremos ir.
¡Y de noche! A donde nunca queremos ir.

Persianas bajas. Algún amigo siempre vive por ahí.
¡Y de noche! Nadie sabe de nombres.
Sólo de números:
Una bolsa, de diez.
¿Cuánto por ciencuenta?
¡Y de noche! Nadie sabe de nombres.
Mejor no saber.
Y algún amigo que siempre vive por ahí.
Uno o dos amigos.
En Once.
Con veinte o cincuenta.

En Once nunca se comparte.
En Once se reparte.
La tela y la cocaína
nunca se comparten.
Se reparten.

San Telmo

Hoy San Telmo, pero no se si me animo.
Hoy no te encuentro, te camino, sí, pero no te encuentro.
Derecho por aquella, doblo en la otra.
Siempre las veredas tuyas, si, tuyas;
las veredas tuyas en las que sólo entran dos
si somos amantes; pero no te encuentro...

Vuelvo a doblar y ahora la sed, esa:
la que el agua no sacia.
Puerta de madera, tallada ni en este siglo
ni en el que nací; pero no, no se, creo que no...
Allí la barra, trillizas con la puerta y la pinotea... puede ser...
La bebida, fría y espuma, tirada y cerveza
venida de países sin verano.
Por allí la charla, se ve como de bar de San Telmo,
con el frío de afuera, igual la cerveza;
pero ese idioma no lo conozco. Hoy no te encuentro.

Elijo cualquiera con nombre que sepa pronunciar,
para no pasar vergüenza, ¿vió?
Con mi vaso con manija me siento al fondo,
no tan al fondo, porque al fondo la pensión, casi pensión.
Hoy no te encuentro, San Telmo.

No encuentro a mis inmigrantes abuelos, de lucha.
Estos son otros, de ducha. Y baño privado, please, of course, good bye.

Cinco tragos, dos cortos, tres largos, y me largo;
me confundo, cierto, ya pagué, ahora se estila por adelantado.
Se perdió: la cuenta, el mozo, la charla, el chiste, el clima, la propina, me voy.

Así, ruidoso, salgo, puerta, frío, salgo.
Reanudo el paso, un paso, me detengo.
¿Enfrente? Casa gris, ventanas largas y balcón.
Soga, sabana, camisa, camisa, pantalón, broches.
Todo así, casi obsceno, bello, en la soga;
en el balcón, ventanas largas y casa, tomada.
Salgo a tu encuentro, San Telmo

Barracas

Curiosos barrio, Barracas.
Con nombre que suena a barrio
pero nada tiene que ver, ni con barro.
Curioso barrio que tiene, por así decir,
como cualidad una falta, quiero decir,
que aunque busquen nunca encontrarán, yo les digo,
una esquina como dios mnada, es decir,
una calle y otra, y se cortan y cuatro esquinas
y nunca encontrarán, yo les digo, en mi barrio tal cosa.

Así es mi barrio de curioso
hasta para quien lo camina de día
y lo pasea de noche,
hace tantos días ya, que han formado
años los días que así ha pasado.

Es barrio de perros, de canes, de jaurías,
mi barrio.
Perros de panzas al sol,
de perros que no ladran -benditos sean-
pero sí muerden, pues de las aceras dueños son.

Barrio de mecánicos talleres,
de la broma permanente, mientras chapa y pintura;
la que acosa al menos alerta,
y entonces:
puteada y carcajada,
repuesto y balanceo.

Y lo voy a decir, porque mi barrio lo merece:
que mi barrio es hermoso
porque en él abundan las casas
y ninguna no es modesta.
Hermoso.

Barrio es el mío de poetas
que aún no han nacido.
Que le ha dado, a nuestra imaginación,
a falta de uno, dos puentes;
bellos como todo puente,
místicos como todo puente,
y un poco más también, Maxi, Darío.

Y acá nomás del final,
pero bien acá bien porteño.
Bien tango del nuestro
y del nuevo también... pero ¿y?

Bien barrio Barracas, con barro y con perros,
con erre y con rimas.

Tu puerto y mi muerte

Yo ya te elegí.
Ojalá a mí, vos también.
Aunque nos conozcamos menos
que el agua y lo mojado
Yo te elegí.

Te elegí lugar, provincia y país.
Hacia vos iré a pasar cinco días cualquiera,
o, un día antes de morir.

¿O las dos cosas? bueno, así sos:
ambiguo, así te sueño:
tan país como ciudad;
tan continente como cultura;
tan puerto como alegre.
Iré, no me esperes, Porto Alegre.
Será en una tarde, llena de frío...

Me calzaré el mate al brazo
Y me pondré unas ganas raras
de entrar a cualquier bar.
Y saldré a tu encuentro.
Y no haré nada más, que encontrarte.

Saldré a tu encuentro.
Será una tarde fría,
de las que siempre nos gustaron:
bufanda obligada, abrigo cómodo,
y algo de valentía.


Yo te encontraba primero, creo...
y decía: "Me has encontrado", o algo así...
Y así sabía que ya estaba muerto.
Así moría:
en una tarde de fría,
de esas que me contaron
que hay en Porto Alegre.