fuera de la habitación,
sólo alguna luz que olvidamos apagar;
dentro, sólo un abrazo:
un abrazo que no era infinito;
era eterno, porque lo eterno llevo en sí algo humano
y más positivo (pero tampoco tanto);
un abrazo entonces eterno, que duró lo que el sonido de una canción;
tan pegados que entre medio se escaba un resplandor;
hace años que no vuelvo a escucharla,
y no me pidan que lo vuelva a hacer:
el amor quedó suspendido esa noche
como una estrella negra
a través del agujero que hay en mi techo;
y sólo fue un abrazo
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