Quiero evitar las burocracias de la muerte:
no pensar en libros que no leeré;
ni que dirán de mí en mis ausencias.
Las ciudades que nunca voy a conocer.
Los teatros que no me van a conocer.
Y todas las canciones que nunca sentí.
Ni reconocer la trágica fantasía de amor
que se cumplirá, irremediablemente:
aquella sobre el morir desamando.
Amigos que seguirán siendo
siendo enemigos
de mis enemigos.
Párrafos sin estudiar
Imágenes que no creé
Países sin liberar
Mundos sin estallar
Y aquella confesión, aquel secreto que nunca,
nunca voy a tener para contar.
Así limpio, de secretos;
sucio, de dudas
y colmado de esperanza,
sólo pido que no me conviertan
en piedra con epitafio.
Que me vuelvan al mar
para charlar con los caídos
cuando baje la marea;
para cuando suba,
rozar el horizonte.
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